Tus ojos lo sabían
Mis sonrisas estaban vacías
Aquel día que me encontraste.
Fue ese el fin de mi hipocresía
Y el principio de mi libertad.
El agua embarraba mis pupilas
Infectaba mis mejillas secas
Pero salía…
El alma, resucitaba en cada lágrima
Sonreía y nadie podía darse cuenta.
Apenas yo.
Sólo podía sentir
Como se desataba el nudo que fruncía el ceño.
Cómo el aire transportaba sublimes aromas.
Cómo un abrazo simplificaba lo complejo
De vivir y morir en el mismo intento.
Fue el silencio quien mejor respetó aquel momento
Y tú el único que esperó paciente hasta ver brillar el sol.
A.N.L.
2009
1 comentario:
Me ha dado mucho gusto conocerte. Te enlazo conmigo.
Besos.
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